Este nido ya estuvo por aquí
En 1976, dentro de la serie “Deconstrucción de mitos”, Marta Minujin hizo entre
otras obras (El obelisco acostado, El obelisco de pan dulce, Comunicado con tierra,
Carlos Gardel de fuego)
El nido de hornero gigante.
Un nido hornero de mil kilos, dentro del cual había un televisor y sillas para
sentarsea ver programas de TV.
A lo largo de esta serie de obras, Marta reflexiona sobre los símbolos nacionales,
los modifica, busca alterarlos para convertirlos en otros.
Los deconstruye, pero no simplemente
para desmitificarlos, sino para devolverles su potencia adormecida.
Y entre esos símbolos también está el nido, que –sospecho– ya era símbolo mucho
antes de ser elegido el hornero ave nacional.
Ahora, 32 años después, nuevamente desciende el nidodel árbol al piso.
Es el mismo nido, pero es otro.
Y es que así suele suceder con los símbolos.
Pareciera ser que gustan de aparecerse una y otra vez en distintas civilizaciones
(inclusive algunas muy lejanas entre sí), portando muchas veces sentidos similares.
Esto da cuenta de una unidad, de un algo misterioso que busca asomarse.
Catalina León, 2008, de la obra Cruz imaginal